El pasado 29 de marzo, se cumplieron ocho años de mandato de Claudio Tapia en la Asociación del Fútbol Argentino. Desde Gol argentino, realizamos un balance de la gestión y cómo repercutió en el fútbol campeón del mundo.
El 18 de diciembre del 2022, Gonzalo Montiel pateó el penal definitorio y el pueblo argentino, por un momento, se olvidó de las miserias sociales y políticas. Nuestras retinas guardan los recuerdos de Lionel Messi, tantas veces criticado, levantando la Copa del Mundo o los interminables festejos. La Selección es el principal valuarte en la gestión de "Chiqui" Tapia. Con algunos grises, como amistosos ante combinados de poca jerarquía, pero mejorando las arcas de Viamonte con muchos dólares y trofeos.
La cuna de nuestros campeones es la Liga Profesional y no atraviesa su mejor momento. Nula credibilidad por fallos o designaciones arbitrales, falta de claridad, cámaras y criterios en el VAR, un calendario apretado de partidos y lesiones, formatos de torneos inentendibles, planificaciones incoherentes y una exagerada suma de 66 equipos entre las categorías de Primera División y Primera Nacional. Para replantear
En los últimos años, vivimos improvisaciones en pleno certamen que terminan quitando profesionalismo y competitividad. El 2023 comenzó con una planificación de dos torneos y tres descensos (En 2021 se había proyectado que fueran cuatro, pero en Asamblea se eliminó uno), con el pasar de los partidos y reclamos de instituciones "comprometidas" se concluyó la temporada con dos descensos (Colón y Arsenal). En la Primera Nacional fue más llamativo. Se eliminó un descenso, días previos al encuentro entre Almagro y San Telmo, duelo que dirimía al rival de Tristán Suarez para disputar la "B Metropolitana".
Presencia de ambas parcialidades en algunos encuentros nos abre un nueva arista para nuestra editorial. En algunas provincias (incluyendo Buenos Aires, pero no CABA) hemos visto, en los últimos años, encuentros con ambas parcialidades. Hoy no estamos a la altura de volver a vivir aquellas recordadas jornadas de los años noventa o 2000. No generamos una estructura para realizarlo y existen intereses de los clubes poderosos, fallas en los inoperativos policiales y reiteradas muestras de violencia en diferentes estadios o adyacencias.
En el fútbol femenino, fue el mandamás que impulsó la semi-profesionalización pero quedó en promesas. Hubo retrocesos e improvisación. faltó apoyo dirigencial de las instituciones. mejores condiciones, más visibilidad y resultados que acompañen.
Las instituciones deportivas y dirigencias tampoco ayudan al desarrollo y crecimiento. Malos manejos administrativos y económicos, falta de transparencia e información sobre montos de compra o venta de jugadores, cambios constantes de entrenadores (terminan siendo siempre los mismos técnicos en el ambiente y con malas campañas), gestiones privatizadas o representantes con mucho poder, poco apoyo, de algunos clubes, con el fútbol femenino y la nula respuesta a las decisiones de la entidad madre, son algunas responsabilidades que deberían afrontar y auditar.
Nuestro fútbol seguirá teniendo pasión, talento, gambeta y potrero. Está inculcado en nuestro ADN albiceleste, pero debemos trabajar, cada uno desde su lugar, en respeto, transparencia, organización, difusión o televisación. Los clubes no deben ser sociedades anónimas pero si reclamar y proyectar un fútbol mejor.
De Mariano Peralta (@nanoperaltapd)
Fotos: Ambito / Infobae / AFA
Comentarios
Publicar un comentario